martes, 6 de diciembre de 2016

La población Argentina y el territorio


Buenos Aires es un caso diferente de construcción de ciudad y Argentina un caso particular. Su proceso de urbanización creciente se debe principalmente a los modelos desarrollados por el Estado que van a tener un impacto territorial de concentración de la población en la región centro del país. A diferencia de otras ciudades del continente Buenos Aires no estuvo constituido por un núcleo central habitado por elites rodeado por suburbios donde habitan los sectores pobres como parece ser el patrón latinoamericano. Desde su fundación desarrolló un tejido mixto donde convivían diferentes sectores sociales, con barrios alguno más elegante que otro o se mezclaban viviendas de sectores acomodados con otros menos favorecidos, en el caso de los inmigrantes.  En términos de Gramsci  de considerar a Buenos Aires “una ciudad europea”: tiene una lógica de formación y un aspecto peculiar, es ecléctica. En un mismo tejido urbano supo tener barrios elegantes y aun suntuosos cercanos a otros de clase media o popular a poca distancia unos de otros o vecinos de distintas clases sociales viviendo en el mismo barrio en mansiones, casas y conventillos. En 1869 Argentina ya tenía el 11% de su población en aglomeraciones urbanas de más de 100.000 habitantes, el quíntuplo superior al promedio mundial, similar al de Estados Unidos y, aproximadamente, el doble de la concentración de la población europea. Uno de los principales factores del rápido crecimiento de las zonas urbanas fue la gran inmigración que fue incorporándose a los principales centros urbanos del país como Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Estos datos ratifican la idea de que Argentina presenta uno de los procesos más rápidos de urbanización temprana entre los países latinoamericanos. En 1914 la población urbana superó por primera vez a la rural. Las zonas urbanas de Argentina lideraron el porcentaje de conglomeraciones urbanas desde los inicios del siglo XIX con 69 %. En 1990 el 86,9 % de la población vivía en zonas urbanas, proceso impulsado desde los años 1950, a semejanza de lo que sucedía en toda América Latina. La urbanización del país había llegado al 89,3% de la población total y el de 2010 confirmó que llegaba al 92 %. Uruguay (92 %) y Venezuela (93 %) muestran igual comportamiento mientras en países desarrollados como Estados Unidos (82 %), Francia (85 %) muestran menor proporción. En Latinoamérica el 79 % habita en ciudades y se calcula que en 2050 alcanzará en su conjunto el 90 % (Informe ONU – Estado de la Población Mundial 2011.) 
El enclave y deterioro del modelo económico agro-exportador y  la conformación de la estructura agraria de la Argentina  obligo a un flujo de migración interna de zonas rurales hacia zonas urbanas a causa de las condiciones económicas y sociales desfavorables. El modelo exitoso de inserción en el mercado mundial se basaba en un capitalismo periférico y basado en la apropiación de la tierra que define la formación de una alianza subordinada entre capitales extranjeros, el sistema financiero y grupos locales dominantes, (muchas tierras concentradas en pocas manos), un modelo de crecimiento hacia afuera, habitual en Latinoamérica, fundado en la producción primaria exportadora de cereales y de carnes. 
La gran variedad de recursos naturales del país y de la calidad que alcanzaron sus recursos humanos, enriquecida por la inmigración, alcanzó un nivel de ingreso per capita muy alto. El capitalismo argentino fue inclusivo y logró atraer a grandes masas migratorias que encontraban mejores salarios que en su país de origen. Su excesiva dependencia en la producción primaria hizo que el país colapsara en la década del treinta y no pudiera transformar aquel capitalismo periférico en un capitalismo avanzado, industrial, maduro y políticamente estable (Ferrer, 1999)
El régimen de tenencia de la tierra y el modelo de explotación agraria ha hecho que no exista una masa campesina, como en Brasil o Colombia, que reclame la tenencia de la tierra. Esto no significa que no haya campesinos que no tengan problemas. La situación es inversa. Son desplazados de sus tierras por el avance de la frontera agrícola para engrosar la población de las villas que ahora ya no son las del AMBA sino las de la periferia de ciudades del interior en beneficio del capital especulativo. El destino es la renta que con frecuencia se aplica a adquirir de viviendas como reserva de valor o especulación con distorsión del mercado.

 Mientras la CBA alcanza en el 1947 un poco menos de tres millones de habitantes, que se mantiene constante hasta disminuir en 2001 y recuperarse en 2011 ( Indec), los partidos del GBA casi duplicaron su población entre 1970 y 2010 (de 5.380.445 a 9.910.282). El frente de la batalla por el espacio urbano se desplazó hacia el exterior de la CBA. La Argentina fue el segundo destino mundial de inmigración después de Estados Unidos. Esa masa de cinco millones de nuevos residentes que quedaron como saldo en el periodo de auge entre 1880 y 1930 comparada con la población nativa que no alcanzaba en 1869 a 1.877.490, con notorio subregistro ya que no considera a los habitantes de las regiones todavía fuera de control del Estado nacional, debió engrosar la población de Buenos Aires que alcanzaba a 495.107 habitantes de los cuales 187.346 vivían en Capital y el resto en la provincia. El régimen de posesión de la tierra en poder de las elites le impidió acceder a las labores del agro. El deseo de Sarmiento de crear “… cien Chivilcoy…”, comunidades de “farmers” al estilo estadounidense, se ve imposibilitada por el régimen de tenencia de la tierra y debe aceptar trabajar para sus propietarios, como colonos o peones asalariados, algún afortunado como comerciante.
La dinámica migratoria en la argentina. La Argentina, en el marco del proceso agro-exportador (1880-1937), evidenciaba ya un marcado carácter de desigualdad regional. La muestra más elocuente era la preeminencia del puerto y la pampa húmeda por sobre el resto del país. Los contingentes migratorios europeos, que se radicaron predominantemente en Buenos Aires y región pampeana, también contribuyeron al incremento de la diferenciación regional.
Posteriormente el proceso de sustitución de importaciones (1937-1976), lejos de revertir esta situación, incrementó la concentración industrial en las grandes ciudades de la región pampeana, principalmente en Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Si bien los contingentes migratorios externos no fueron tan significativos como en la etapa anterior, las migraciones internas y limítrofes también contribuyeron al proceso de concentración de población y actividades económicas en la región pampeana.

A partir de la etapa de inserción global mediante la liberación económica -iniciada desde 1970. La dictadura militar y continuada hasta finalizada la década del noventa- la Argentina, salvo coyunturas particulares, ha disminuido su capacidad de atraer y pasa a sufrir en forma creciente el éxodo de su propia población hacia destinos como Norte-América, Europa, Australia e, inclusive, países limítrofes como Brasil. Desde el 2003 esta tendencia parece haberse revertido, constatándose algunos procesos de retorno.

Las migraciones internas en la Argentina han sido de magnitud considerable. La importancia de estos movimientos fue creciente hasta 1960-70 para luego descender. Se calcula que desde 1895 cambiaron de provincia unos 8 millones de personas en un primer momento buscando mejores condiciones de trabajo y que luego fueron cambiando a calidad de vida.




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