Un estudio mostró cuáles serían los beneficios económicos de
una planta alimentada a partir de biomasa agropecuaria
Algunas plantas cuentan con la tecnología para convertir
grano de silaje y efluentes de criaderos en biogás.
Un estudio desarrollado por la Fundación Agropecuaria para el
Desarrollo de Argentina (FADA) demostró que la instalación de una planta de 50
MWh (mega-vatio hora) de potencia eléctrica en base a biogás proveniente de
biomasa agropecuaria, permitiría abastecer el consumo de 120.000 personas,
crear 1.330 nuevos puestos de trabajo, introducir capital físico productivo por
200 millones de dólares y ahorrar divisas por 72 millones de dólares.
La tecnología permitiría abastecer a 120 mil personas y
ahorrar 72 millones de dólares.
“El sistema energético de un país es fundamental para su
crecimiento económico y su desarrollo social. Una oferta energética
sustentable, en lo productivo y en lo ambiental, permite un adecuado
funcionamiento del sistema productivo y, por ende, la generación de puestos de
trabajo”, indicó el informe, y señaló que “en un contexto de demanda energética
creciente, se requieren importaciones para cubrirla, lo que pone al descubierto
la necesidad de nuevas fuentes de energía, y que esas energías tengan un origen
limpio y renovable”.
¿Qué es la biomasa? La biomasa es toda sustancia
orgánica renovable de origen animal o vegetal, producida a partir de un proceso
biológico y que puede ser aprovechada y convertida en combustible. La energía
de la biomasa proviene, en última instancia, del sol. Argentina posee una gran
diversidad de materias primas con potencial para ser utilizadas como biomasa
para la elaboración de biogás. Entre ellas, está el silaje de maíz o sorgo
junto a los efluentes provenientes de criaderos animales.
En estos casos, los recursos se encuentran distribuidos
geográficamente, y tienen la ventaja de que coinciden en su localización los
insumos (superficies con potencial agrícola y actividades ganaderas) y la
generación y demanda de energía, lo cual evita pérdidas de eficiencia en los
traslados.
Además, el uso de estos cultivos tradicionales con fines
energéticos, permite configurar una nueva demanda e incentivar la siembra de
granos de relevancia para la sustentabilidad del sistema productivo. La
utilización del estiércol animal representa una transformación de su rol en la
ecuación económica de los productores: de residuos a recursos.
El estudio enfatiza que la energía renovable en base a
biomasa agropecuaria se destaca entre las demás por contar con un enorme
potencial para fomentar el desarrollo regional, a través de la dinamización de
la actividad económica, la industrialización y la creación de capital físico
productivo, el ahorro de divisas, la investigación y el desarrollo tecnológico,
y fundamentalmente la generación de numerosos puestos de trabajo de diferentes
calificaciones en zonas rurales y pueblos del interior.
Un ejemplo: la generación de 50 MWh de potencia eléctrica a
partir de la instalación de plantas generadoras de energía con biomasa
agropecuaria. Esto representa el 5% del consumo de la provincia de Córdoba o el
65% del de la ciudad de Río Cuarto, es decir, esta oferta energética cubre la
necesidad de alrededor de 120.000 personas. Si bien el producto principal
obtenido de las plantas es la energía eléctrica, también existen otros dos
subproductos relevantes: la energía térmica y el biofertilizante.
La generación de esta cantidad de potencia eléctrica también
tiene su costado social, ya que provoca la creación de 1.330 puestos de
trabajo: 350 directos y 980 indirectos. Producir energía mediante estas nuevas
tecnologías requiere de recursos humanos con una formación específica que –por
desgracia- no está disponible en la actual oferta educativa y que, por lo
tanto, debe ser desarrollada en simultáneo con la expansión de este tipo de
industrias. Así, el empleo directo generado debe ser considerado también como
un aporte al capital humano, ya que no sólo aumenta la cantidad de puestos de
trabajo sino que también incrementa la formación de los recursos humanos empleados.
“Por todo esto, se afirma que la instalación de plantas
generadoras de energía, en base a biogás proveniente de biomasa agropecuaria,
tendrá como corolario impactos sociales y económicos, así como la interacción
de múltiples actores, lo que se verá reflejado en el desarrollo de las regiones
que las alberguen”, señala el estudio.